La lesión del ligamento cruzado anterior es una de las lesiones más comunes de rodilla. Estadísticamente, el perfil más propenso a sufrir este tipo de esguince son los atletas que practican deportes como el fútbol, fútbol americano, baloncesto, esquí, voleibol o balonmano. Las mujeres que practican estos deportes tienen más probabilidades de sufrir esta lesión que los hombres.

Hay varias formas de lesionarse el ligamento cruzado anterior como pueden ser:

• Deteniéndose demasiado rápido
• Al aterrizar mal después de un salto
• Cambiando de dirección rápidamente
• Por un contacto brusco contra el adversario

Para determinar si se sufre esta lesión, es vital un examen clínico en el que se revise el historial médico completo del paciente y una explicación de los síntomas, condiciones preexistentes, factores de riesgo, etc. La mayoría de las lesiones de ligamento cruzado anterior se pueden diagnosticar con un examen físico realizado por el especialista y se puede ayudar para confirmarlo mediante una resonancia magnética para un estudio más completo de rodilla, donde además descartaríamos otro tipo de lesiones como las meniscales.

Para su tratamiento se puede recurrir o no a la cirugía. En el caso de pacientes jóvenes y deportistas sí que se les hace un tratamiento quirúrgico. Para reparar el ligamento cruzado anterior por este método, lo que se hace es reconstruirlo mediante un injerto de tejido que puede proceder del tendón de la rótula o de la parte posterior del muslo.

¿Para quién usa entonces el tratamiento no quirúrgico? Un ligamento anterior cruzado desgarrado, como se ha mencionado, no es posible que cicatrice pero este método puede ser la mejor solución para pacientes de avanzada edad o para pacientes que no presenten inestabilidad de rodilla, pese a tener el ligamento parcialmente roto. El motivo principal por el que no se recomienda la cirugía para estos pacientes es por el largo y lento proceso de rehabilitación que oscila entre los 6 y 8 meses.  En este caso podrían ser útiles opciones más simples como rodilleras ortopédicas o ejercicios de fortalecimiento y propiocepción.

En cualquiera de los dos casos, es importante que el paciente realice un completo proceso de recuperación y readaptación de la mano de grandes especialistas y en un centro bien equipado, con un gimnasio de recuperación; como en nuestra clínica en Castellón. Ellos sabrán aconsejarte qué ejercicios son los más adecuados para que el tratamiento sea óptimo y puedas volver a practicar al 100% el deporte que realizabas antes de la operación.